- Oye, ¿qué es peor: la arrogancia o el desinterés?
- Ni lo sé ni me importa.
Mierda. Ganaron, mis esfuerzos se esfumaron en la jaula de tu desinterés. Lo he intentado, desesperadamente he luchado para mantener por lo menos una base de amistad, de respeto, de cariño… pero la única sensación que me das es que para ti nada vale por encima de la nada. Es surrealista ver cómo en menos de 24 horas todo da un giro equivocado después de todo… después de nada.
Como las hojas muertas caí en el abismo más profundo, me hundí en un pozo sin fondo y lo intentamos, de nuevo, pero fracaso, ningun sentimiento roto se cura a base de pegamento y paciencia.
Pero vi la luz, fui capaz de distinguir mi salida. Sin sentir tu mano empujándome para abajo me agarro a los despojos de nuestra relación y empiezo a subir. Subo lentamente, dejando atrás todas las mentiras, todos los engaños, todas las falsas apariencias, toda la indiferencia, todo tu. Subo sin resentimientos, porque mis lágrimas ya no lamentan tu ausencia, porque mis ojos ya no te reconocen.
Mi cuerpo abandona la rabia. Subo sin miedo porque siempre me han enseñado que es mejor estar sola que mal acompañada. Me han enseñado que el amor vence el odio pero no la indiferencia. Me han enseñado que nadie se merece tus atenciones si no hacen nada por meritarlas. Tu no me mereces, desgraciadamente solo me he dado cuenta ahora. Sí, fuiste un todo para mi… pero no me mereces.
No es por tu maldad porque a eso no llegas. La gente como tú no suele ser mala, sino imbécil, que no es lo mismo. El mal presupone una determinación moral, intención y cierto pensamiento. El imbécil no se para a pensar ni a razonar. Actúa por instinto, como bestia del establo, convencido de que hace el bien, de un mal ya impuesto, de que siempre tiene la razón y orgulloso de ir jodiendo de cualquier manera a todo aquel que sea diferente de ellos mismos. Lo que hace falta en el mundo es más gente mala de verdad, no imbeciles cual robot.
Estoy convencida que si hiciesen una película y se volviera a ver, verguenza sería lo minimo.
La cobardía es una de las batallas más difíciles de vencer. Solo espero que la armadura sea lo suficientemente resistente para que no duela demasiado la caída, que nunca estamos lo suficientemente solos para levantarnos hasta que lo estamos.
Y ahora sí... después de mi ultima espiración de todo… se que fue lo mejor, muchos lo deseaban y se me dejo todo al alcance de la mano. No obstante estoy convencida que después de todo ese resentimiento de no mirar atrás... haciéndolo, quedará todo lo mejor de lo que fuimos, solo dos.
Por fin cierro la caja, que no habrí la vez anterior, ahora ya descanso tranquila y comienzo a caminar de nuevo por donde me había dejado.
Con los mejores recuerdos, y una gran sonrisa en la cara.
Gracias por todo.